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jueves, 21 de mayo de 2015

MI BURRA PLATERA, PROTAGONISTA.

Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro. Lo dejo suelto y se va al prado y acaricia tibiamente, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente: ¿Platero?, y viene a mí con un trotecillo alegre, que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal.” [Juan Ramón Jiménez, Platero y yo]

El 2014 ha sido el año de Platero con el burro como protagonista,  en Andalucía, se han celebrado con este motivo, varios eventos; es por esto que reviví mi infancia y primera adolescencia con múltiples imágenes de aquel tiempo y en aquellos campos con mi burra “Platera”, las eras, los huertos, la siega, la trilla, la yunta, el carro, barcinar, ablentar, recoger el grano,… mis abuelos, padres, hermanos, los amigos, las amigas, el fútbol, el latín,…  de esta manera surgió este  pequeño homenaje a un animal tan sufrido y útil como el burro, la burra...

Existen varios tipos de jumentos, nos centramos en el asno andaluz-cordobés parece ser que es originario de Egipto e influido por  el borrico del Norte de África, siendo introducido en Andalucía hace más de tres mil años.

Se adaptó sin problemas al clima caluroso andaluz, se crió en  Córdoba y se expandió hacía toda Andalucía. Fue pieza clave en las explotaciones cerealistas, olivareras, carboneras, construcción,… al emplearse formando recuas para el transporte. También ha sido utilizado como padre de la mula, animal más usado en la tracción.

Hay muchos burros imprescindibles en nuestra cultura. Desde los de Esopo hasta  el burro de oro de Apuleyo, pasando por el rucio de Sancho Panza; el asno de Buridan; el Platero de Juan Ramón Jiménez; aquel Proceso por la sombra de un burro, de Dürrematt;  fray Perico y su borrico; el burro de la tía Vinagre; el borriquito de Peret... En fin, la muy cantada burra navideña cargada de chocolate. El Opus Dei está muy relacionado con estos animales; San José Mª Escrivá de Balaguer se llamaba a sí mismo "el burro de Dios". La mascota del Partido Demócrata estadounidense es un jumento, opositor del elefante republicano. Y la “Borriquita” del Domingo de Ramos –Sevilla-   que representa el momento de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, subido en un pollino y acompañado de sus discípulos, San Pedro, San Juan y Santiago ante la aclamación del pueblo hebreo que está representado por un hombre, una mujer, tres niños y la figura de Zaqueo subido a una palmera.
Pero lo más sofisticado en la materia son las burras de Popea, esposa de Nerón. La emperatriz, al igual que la egipcia Cleopatra, cuando salía de viaje llevaba tras sí un séquito de varios centenares de burras que eran ordeñadas a diario para que la señora pudiera bañarse en su leche. El dato no es un cotilleo anónimo. Lo corrobora Plinio el Viejo en su Historia Natural.

Las burras siempre fueron utilizadas por la cosmética. Incluso ahora mismo (el jabón de leche de burra es solicitado por damas exquisitas).

También se ha demostrado que estas bestias disfrutan con el arte. La Asociación para la Defensa del Borrico (Adebo), de Rute (Córdoba), organiza periódicamente conciertos de música clásica para burros en un prado de la localidad con orquesta sinfónica en directo. Al parecer, los pollinos cambian la posición de las orejas dependiendo de los sonidos. Pascual Cervera, presidente de Adebo, asegura que los burros rebuznan en 20 tonos distintos y pueden llegar a escuchar un rebuzno emitido a casi dos leguas de distancia (una legua, aproximadamente, cinco kilómetros y medio.)

El  borrico es, comparado con el caballo y el mulo, más individualista  que éstos; es decir, tiene tendencia a actuar de forma independiente, sin someterse a normas, ofreciendo una resistencia obstinada a las “enseñanzas” que los seres humanos queremos  imponerle; diríamos que le agrada  “ir por libre” a pesar de las consecuencias negativas que esto pueda suponerle; y es que, el asno, tiene mucha más inteligencia de lo que las personas podemos imaginar.

Comprobamos que es un magnífico ingeniero de caminos, lo alejas de su residencia habitual, te desplazas con él a distancias considerables y encuentra de inmediato el trayecto más corto y seguro de los posibles con su jinete encima y sin recibir ninguna indicación para llegar a su lugar de origen; ahora bien, si le apetece comer un bocado de hierbas o pasto del camino, sin avisar, lo hará y el jinete, previsiblemente, caerá a lo largo de su cuello y orejas.

Verificamos que es cerrajero extraordinario capaz de abrir la puerta que permite el acceso o salida de una finca con su  hocico, rápidamente. Es anárquico per se, experto en quitarse toda atadura que oprima sus ansias de independencia: desprenderse la jáquima que lo sujeta al pesebre con destreza inusitada; dilatar su panza cuando la cincha trata de sujetar el aparejo que lleva encima con el consiguiente riesgo de caída de su jinete y por ende el consiguiente castigo que recibirá, conductas que siempre repetirá por ser fiel así mismo.

Constatamos que es libertario, no quiere ataduras ni sometimiento a horarios; en todo momento  lo encuentras en los alrededores de la cuadra, excepto cuando se aproxima la hora de ser atado al pértigo  de la noria para extraer el agua que regará el hortal, que desaparece y hay que buscarlo en el lugar más recóndito del cortijo.

Evidenciamos que es humilde, tenaz, leal, tranquilo, apacible, dispone de una notable energía, gran resistencia, bien aclimatado al calor y a la escasez de agua; también es terco, obstinado, precavido,.… en muchas ocasiones, cuando el borrico se pone burro no es por bellaquería, te avisa de que algo raro pasa, aunque el jinete no sepa interpretarlo:  en la quietud, sus grandes orejas se estiran y giran hacia uno y otro lugar, tratando de localizar el origen del sonido o del peligro, por mucho que lo zahieras no se moverá hasta que constate que el peligro ha pasado o no existe.

No podemos dejar de mencionar que el burro siempre ha sido una bestia maltratada, incluso por el Diccionario [1.- asno, borrico, rucio, jumento, pollino, garañón, onagro, rucho, 2.- torpe, necio, ignorante, inculto, rudo, adoquín, tonto, imbécil, idiota, zote, zopenco, zoquete.]; todas las acepciones de la palabra burro son peyorativas.

Por último, comentar que cuando el burro muere, cuando  llega su final, como a todo ser de la creación, es trasladado, mientras los niños entonaban el burro de la tía vinagre, unas veces, al cementerio de los burros, lugar en el que permanecían víctima de las alimañas o hasta su putrefacción; otras,  sepultado o abandonado en el emplazamiento  más inverosímil que  se pueda imaginar.

 “El cementerio viejo: Yo quería, Platero, que tú entraras aquí conmigo; por eso te he metido, entre los burros del ladrillero, sin que te vea el enterrador. Ya estamos en el silencio… Anda…
Mira: este es el patio de San José. Ese rincón umbrío y verde, con la verja caída, es el cementerio de los curas… Este patinillo encalado que se funde, sobre el poniente, en el sol vibrante de las tres, es el patio de los niños… Anda… El Almirante… Doña Benita… La zanja de los pobres, Platero…
¡Cómo entran y salen los gorriones de los cipreses!  ¡Míralos qué alegres! Esa abubilla que ves ahí, en la salvia, tiene el nido en un nicho… Los niños del enterrador. Mira con qué gusto se comes su pan con manteca colorada… Platero, mira esas dos mariposas blancas…”
El patio nuevo… Espera… ¿Oyes? Los cascabeles… Es el coche de las tres, que va por la carretera a la estación… Esos pinos son los de Molino de viento… Doña Lutgarda… El capitán… Alfredito Ramos, que traje yo, en su cajita blanca, de niño, una tarde de primavera, con mi hermano, con Pepe Sáenz y con Antonio Rivero… ¡Calla…! El tren de Ríotinto que pasa por el puente… Sigue… La pobre Carmen, la tísica, tan bonita Platero… Mira esa rosa con sol… Aquí está la niña, aquel nardo que no pudo con sus ojos negros. Y aquí, Platero, está mi padre… Platero…”  [Juan Ramón Jiménez, Platero y Yo, capítulo, 97]

Pedro Merchán Sánchez.


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