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lunes, 26 de noviembre de 2012

INTELIGENCIA


LA INTELIGENCIA

Hace unos días conversábamos un grupo de amigos sobre la inteligencia, sus manifestaciones, funciones, clases y el uso que de ella hacemos diariamente. En este diálogo salía a colación el certero planteamiento que sobre el tema hace en “La inteligencia fracasada”, J.A. Marina y siguiendo a este autor:

Decíamos  que algunos psicólogos definen la inteligencia como la capacidad de dar respuesta ante una situación determinada; es decir, que la inteligencia no sólo depende de lo que se es o se tiene, si no también de la situación en que la persona se encuentra. Otros, manifiestan que es la capacidad que tiene el ser humano de resolver situaciones problemáticas nuevas. Otros, hablan que es la capacidad de dar respuesta a los problemas que la vida, día a día, te plantea. Podemos observar que tanto en unos como en otros los conceptos difieren poco.

En lo que si parece haber unanimidad es en que una de las funciones primordiales de la inteligencia es la de permitir “salir airoso” de las diferentes situaciones en las que la personas pueden encontrarse. Es decir, si la situación es médica, “salir airoso” consistirá en realizar una magnífica intervención médica; si es docente, transmitir de manera coherente, didáctica y pedagógica conocimientos-actitudes; si es afectiva, hacer feliz a la otra persona.

No obstante, la inteligencia, a veces, no consigue realizar bien sus deberes. Leamos un ejemplo real: “un alumno intelectualmente brillante, inteligente, según los tests psicológicos, inmerso en los avatares de la adolescencia y juventud; un buen día se percata de su gran capacidad intelectiva y decide utilizarla; sus compañeros y compañeras le parecen torpes, su profesores y profesoras, mediocres y su familia, desestructurada. Es capaz de “conquistar” a un grupo de compañeros y compañeras rebotados del Centro, de la enseñanza; se erige en el jefe, en el líder de la pandilla; porque le gusta manipular y manejar a los demás; los conduce, hábilmente a sustraer pequeñas cosas, a entorpecer el normal desarrollo del trabajo en clase,…; el dinero le atrae grandemente; “juega” con las drogas, el alcohol,…; abandona el instituto, porque “la educación, el aprendizaje está en la calle”. Acaba de cumplir veinte años, aunque aparenta muchos más. Alguien de nuestro grupo comenta que está en prisión con sentencia firme por consumo y tráfico de drogas. Realmente, ¿es tan inteligente este alumno como decían los tests psicológicos?

Concluíamos nuestra charla con un símil con el que admitíamos que la inteligencia es  como un edificio y que una cosa es la solidez de la estructura, capacidad intelectual y otra, el amueblar el edificio, uso que de esa capacidad intelectual hacemos; manifestando que una persona muy inteligente puede usar su inteligencia estúpidamente y que la esencia del fracaso intelectual está en la distancia que existe entre ser inteligente y comportarse inteligentemente.

Pedro Merchán Sánchez.
Sevilla a 20 de Enero de 2009.

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